Su mirada era profunda.
Su sonrisa, grácil...espontánea.
Hacía frío esa noche.
Se anidó en mis brazos buscando refugio.
Se lo di.
También le di un beso.
Fugaz...y eterno a la vez.
Contradictorio quizás.
¿Prohibido? Probablemente.
Espontáneo como su sonrisa y su mirada detrás de los lentes.
(...)
La ecuación del caos a las tres y media de la mañana.
2 Comments:
Da gusto ver que aún quedan hombres que escriben, sienten y piensan como tú. Me alegra haberte encontrado.
Adorable expresión. Encantador extracto.
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